Hoy vamos a detenernos con un personaje
cuyo nombre, a buen seguro no dejará de sonar con el tiempo en aquellas
conversaciones que traten de los mejores pilotos profesionales de la historia.
Nos referimos a Ayrton Senna, el mítico corredor brasileño,
cuya vida se apagó un trágico 1 de mayo de 1994. Sin embargo, pese a fallecer
hace ya más de dos décadas, su legado permanece absolutamente intacto, quedando
en la retina de casi todos los amantes del mundo del motor. En otro orden de
cosas, y haciendo una breve pausa antes de continuar con la temática principal
que nos atañe en este post, destacar la doble jornada de Liga Santander que
tenemos esta semana en el fútbol español. Es un momento óptimo para que muchos
usuarios se pasen por portales como 888Sport.es, a fin de realizar sus
pronósticos e intentar conseguir algo de dinero, mientras se divierte con el
desarrollo de la jornada liguera.
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Ayrton Senna |
En 1960, concretamente el 21 de marzo,
la historia deportiva del automovilismo internacional daba a luz a un individuo
único, Ayrton Senna da Silva. Dejó su vida tal fatídico día citado con
anterioridad, tras un tremendo accidente en San Marino, cuando corría en el
circuito de Imola. Desde ese trágico instante, dejó los vehículos de
competición para pasar a ser a todos los efectos una leyenda de esta disciplina
deportiva. Pocos amantes de la Fórmula 1 se olvidarán de sus proezas y, sobre
todo, de sus tres campeonatos de campeón del mundo. Cuando nos dejó, únicamente
tenía 34 años de edad, abandonando este mundo de manera demasiado prematura, y
calando tremendamente en el corazón de los aficionados de la época, tanto del
automovilismo, como del mundo del deporte en general.
Considerado uno de los pilotos con más
brillante palmarés de la historia de la F-1, dio sus primeros pasos en Toleman,
consagrándose definitivamente a ojos del mundo luego con McLaren y su triplete
de campeonatos del mundo citados (años 1988, 1990 y 1991). Además, logró un
total de 41 triunfos en carreras, con 65 “poles positions”, y hasta 80 podios.
Ahí es nada.
Senna, como otros tantos compañeros de
profesión, empezó sus andaduras en el mundo del Karting. Su padre era un gran
amante del motor, y cuando Ayrton tan sólo tenía seis años, recibió de su progenitor
un monoplaza (construido por él mismo) que presentaba el motor de una picadora
de caña. Con él, llegaba a alcanzar incluso los 60 kilómetros por hora,
velocidad nada desdeñable si atendemos los materiales y la forma casera
utilizada para fabricar y hacer funcionar convenientemente el aparato.
Sus dotes al volante no pasarían
precisamente desapercibidos, y pronto fue conducido al Reino Unido
(Inglaterra), donde siguió resaltando sobre los demás, y abriéndose hueco hasta
el elitista y exigente universo de la Fórmula 1.
Pasó por distintas firmas, más allá de
las ya enumeradas (Toleman y McLaren). Sus primeras victorias llegarían a los
mandos de un Lotus, y falleció con un Williams al volante.
El talento y el palmarés de nuestro
protagonista dirigiendo un monoplaza quedan fuera de toda duda, pero, ¿cómo
hacer para convertirse en una leyenda? La admiración de los brasileños por
Senna no ha parado de incrementarse. Fue un personaje que siempre trató de
involucrarse con los más desfavorecidos en su nación. Se calcula que, hasta el
día de su triste final, el piloto aportó de su bolsillo una cantidad cercana a
los 300 millones de euros, la cual fue destinada exclusivamente a causas
benéficas, poniendo especial énfasis en los problemas de pobreza infantil que
todavía hoy, asolan amplias zonas de su país.
Bastante tímido lejos de las pistas,
aficionado del Corinthians y extremadamente religioso, hasta el punto de leer
pasajes de la Biblia habitualmente con carácter previo a sus carreras, llamaba
la atención por su sangre caliente y su atrevimiento en las carreras por las
que pasaba. De hecho, varias de sus maniobras pasarán a la posteridad como
algunas de las más espectaculares de la historia del automovilismo.
Un mito cuya luz, por desgracia, se
apagó demasiado pronto…
COPYRIGHT © MARIO PALMA
Foto Por Cortesía: Pinterest
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